“Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo”Blas Pascal

sábado, 8 de enero de 2011

CUAN POCOS AMAN LA CRUZ DE Cristo( Imitacion de Cristo cap XI)

1. Jesús tiene muchos amantes de su Reino
pero pocos que lo ayuden a llevar su cruz.
Muchos tiene que desean sus consuelos
pero pocos que aceptan las dificultades.
Encuentra múltiples compañeros de banquete
pero pocos para la austeridad.
Todos buscan gozar junto con Él
pero pocos quieren soportar algo por Él.
Muchos siguen a Jesús hasta repartir el pan
pero pocos para tomar la copa de su pasión.
Muchos quieren a Jesús
mientras no suceda nada adverso.
Muchos lo alaban y bendicen
mientras puedan recibir los consuelos que otorga.
Pero si Jesús se escondiera y los abandonara un poco
de inmediato se quejarían o caerían en la desesperación.
2.Quien ama a Jesús por Jesús mismo
y no por causa de sus propias conveniencias,
bendice a Jesús por igual en todo sufrimiento y angustia como en la más abundante consolación.
Y si Él no quisiera nunca favorecerlos
con el sentimiento de su Presencia
igualmente lo alabarían siempre
y siempre querrían agradecérselo.
¡De cuánto es capaz el amor puro a Jesús
sin mezcla de propia comodidad o egoísmo!
¿No tenemos derecho de llamar mercenarios
a quienes siempre buscan su recompensa?
¿No prueban que se aman a sí mismos más que a Cristo
quienes siempre están pensando en sus ventajas y provecho?
¿Donde se encontrará alguno
que quiera servir a Dios gratuitamente?
3. Es raro encontrar a alguien tan dedicado
que esté desasido de todas las cosas.
¿Quién podrá descubrir
al verdadero pobre por el Espíritu
que se haya liberado de todo lo creado?
Es tesoro incomparable y de tierras lejanas (Prov 31,10).
Si la persona entregara todas sus posesiones
todavía nada hizo
y si hiciera grandes penitencias
eso aún es poco
y si dominara todas las ciencias
todavía esta lejos
y si tuviera virtudes extraordinarias
y si ardiera con intensa devoción
todavía le falta mucho,
le falta lo que es más necesario.
¿Qué es esto?
Que abandone todas las cosas, se abandone a sí misma
y salga totalmente de todo su interés
y no retenga ningún amor propio.
Cuando hayas hecho todo lo que sabes hacer
y sientas que nada hiciste;
cuando no te consideres grande,
aunque otros así te puedan estimar,
sino que sinceramente te reconozcas
como un servidor inútil, como dice la verdad:
“Cuando lleven a cabo todo lo que les mandaron digan: somos servidores inútiles” (Lc 17,10)
entonces verdaderamente podrás ser pobre y desnudo por el Espíritu
y decir como el salmista “Porque solo y pobre soy” (Sal 25,16).
Ninguno es más rico, ni más poderoso , ni más libre
que quien sabe abandonarse a sí mismo
y todas las cosas,
y colocarse en el último lugar.






AD MAIOREM DEI GLORIAM

"Como San Francisco enseñó al hermano León en qué consiste la Perfecta Alegría"-(De Florecillas de San francisco de Asís)


   Iba una vez San Francisco con el hermano León de Perusa a Santa María de los Angeles en tiempo de invierno.Sintiéndose atormentado por la intensidad del frío, llamó al hermano León, que caminaba un poco delante, y le habló así:
-¡ oh hermano León!: aun cuando los hermanos menores dieran en todo el mundo grande ejemplo de santidad y de buena edificación, escribe y toma nota diligentemente que no está en eso la alegría perfecta.
Siguiendo más adelante, le llamó San Francisco por segunda vez diciendo:
-¡ oh hermano León!: aunque el hermano menor devuelva la vista a los ciegos, enderece a los tullidos, expulse a los demonios, haga oír a los sordos, andar a los cojos, hablar a los mudos y, lo que aún es más, resucite a un muerto de cuatro días, escribe que no está en eso la alegría perfecta.
Caminando luego un poco más, San Francisco gritó con fuerza:
-¡ Oh hermano León!: aunque el hermano menor llegara a saber todas las lenguas y todas las ciencias y todas las  Escrituras, hasta poder profetizar y revelar no sólo las cosas futuras sino aun los secretos de las conciencias y de las almas, escribe que no es ésa la alegría perfecta.
Yendo un poco más adelante, San Francisco volvió a llamarle fuerte: 
-¡Oh hermano León, ovejuela de Dios!: aunque el hermano menor hablara la lengua de los ángeles, y conociera el curso de las estrellas y las virtudes de las hierbas, y le fueran descubiertos todos los tesoros de la tierra, y conociera todas las propiedades de las aves y de los peces y de todos los animales,y de los hombres, y de los árboles, y de las piedras, y de las raíces y de las aguas, escribe que no está en eso la alegría perfecta.
Y, caminando todavía otro poco, San Francisco gritó fuerte:
-¡ Oh hermano León!: aunque el hermano menor supiera predicar tan bien que llegase a convertir a todos los infieles a la Fe de Jesucristo, escribe que ésa no es la alegría perfecta.
Así fue continuando por espacio de dos millas.Por fín, el hermano León, lleno de asombro le preguntó:
- Padre, te pido de parte de Dios que me digas en que está la alegría perfecta.
Y San Francisco le respondió:
-Si, cuando lleguemos a Santa María de los Angeles, mojados como estamos por la lluvia y pasmados de frío, cubiertos de lodo y desfallecidos de hambre, llamamos a la puerta del lugar y llega malhumorado el portero y grita: "¿ Quiénes sois vosotros?".Y nosotros le decimos: " Somos dos de vuestros hermanos".Y él dice: "¡Mentira! Sois dos bribones que vais engañando al mundo y robando las limosnas de los pobres.¡ Fuera de aquí!".Y no nos abre y nos tiene allí fuera aguantando la nieve y la lluvia, el frío y el hambre hasta la noche.Si sabemos como soportar con paciencia, sin alterarnos y sin murmurar contra él, todas esas injurias, esa crueldad y ese rechazo, y si, más bien, pensamos, con humildad y caridad, que el portero nos conoce bien y que es Dios quien le hace hablar así contra nosotros, escribe ¡Oh hermano León! que aquí hay perfecta alegría. Y si nosotros seguimos llamando, y él sale afuera furioso y nos hecha, entre insultos y golpes, como a indeseables importunos, diciendo: " Fuera de aquí, ladronzuelos miserables; id al hospital, porque aquí no hay comida ni hospedaje para vosotros!"Si lo sobrellevamos con paciencia y alegría y en buena caridad, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay perfecta alegría. Y si nosotros, obligados por el hambre y el frío de la noche, volvemos todavía a llamar, gritando y suplicando entre llantos por el amor de Dios, que nos abra y nos permita entrar, y él mas enfurecido dice: "¡Vaya con estos pesados indeseables! Yo les voy a dar su merecido".Y sale afuera con un palo nudoso y asiéndonos por la capucha, y nos tira a tierra, y nos arrastra por la nieve,y nos apalea con todos los nudos de aquel palo; si todo esto lo soportamos con paciencia y con gozo, acordándonos de los padecimientos de Cristo bendito, que nosotros hemos de sobrellevar por su amor, ¡oh hermano León!, escribe que aquí está la perfecta alegría.
-Y ahora escucha la conclusión, hermano León: por encima de todas las gracias y de todos los dones del Espíritu Santo que Cristo concede a sus amigos, está el de vencerse a sí mismo y de sobrellevar gustosamente, por amor de Cristo Jesús, penas, injusticias, oprobios e incomodidades.Porque en todos los demás dones de Dios no podemos gloriarnos, ya que no son nuestros, sino de Dios; por eso dice el Apóstol: ¿ Qué tienes que no hayas recibido de Dios? Y si lo has recibido de El, por qué te glorías como si lo tuvieras de ti mismo? Pero en la cruz de la tribulación y de la aflicción podemos gloriarnos, ya que esto es nuestro; por lo cual dice el Apóstol: No me quiero gloriar sino en la cruz de Cristo.
               Al cual sea siempre honra y gloria por los siglos de los siglos.Amén

jueves, 6 de enero de 2011

La Adoracion de los Reyes magos (Matth.,2,1-11) parte-2

Resolvió, pues, alejar a los Magos, no sólo de los judíos, en quienes su relato podía causar excitación, sino también de sus mismos cortesanos, que hubieran podido advertirlos de la hipocresía del tirano.Llamóslos en secreto y, fingiendo solicitud de sus indagaciones, se informó cuidadosamente acerca de la estrella, y especialmente sobre el tiempo en que se les había mostrado.Cuando supo cuanto le interesaba, "Id a Belén-les dijo- buscad diligentemente al niño, y de que lo hayáis hallado hacédmelo saber, para ir yo también a adorarlo".Y al punto los despidió, sin guías y sin escolta, para no dar que sospechar y para que ni en Jerusalén, ni en Belén, ni en el cortejo de los Magos nadie recelase de sus intenciones y pudiese arrebatarle la víctima.En la noche, que ya cerraba, vió Herodes un auxiliar para encubrir sus designios; pero antes iba a servir para confundirlos y frustrarlos.
No bien atravesaron los Magos las puertas de Jerusalén, brillo de nuevo la estrella ante sus ojos: "Esta vista los llenó de grande júbilo", porque el astro, haciéndoles de guía, iba delante de ellos, camino de Belén, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño.Solamente hallaron allí a Jesús y a María.Entonces aquella noche contempló un asombroso espectáculo: a los pies de una virgen que estrechaba a un niño entre sus brazos, los tres sabios, pecho por tierra, adoraron al Dios escondido en aquella pobre mansión.
En torno de ellos se apretujaba su séquito.Los camellos doblaron sus rodillas y los criados los descargaron.Y los Magos, abriendo sus tesoros, ofrecieron como presente a Jesús oro, incienso y mirra.
Tal es la escena que describe el Evangelio.Piadosas leyendas agregaron después varios pormenores: revistieron a estos sabios de púrpura real, coronaron sus frentes, retrataron su semblante y su aspecto exterior, y hasta averiguaron sus nombres: "El primero- dice el venerable Beda- se llamaba Melchor; era anciano de blancos cabellos y florida barba; ofreció al Señor oro como su rey.El segundo, llamado Gaspar, joven, barbilampiño, de color rojizo, ofreció al Señor, el incienso, en homenaje a su divinidad.El tercero, de color negro, de barba cerrada, llamábase Baltasar; la mirra que ofreció figuraba que el hijo del hombre había de morir"
 Por desgracia, estos pormenores no tienen autoridad alguna, pues antes de San Cesáreo de Arlés, en el siglo VI, nadie atribuyó a los Magos el título de reyes, que luego se hizo tan popular, ni hasta el siglo VII hallamos citados sus nombres.Sólo dos circunstancias pueden darse por ciertas: que los Magos eran tres y que tenían a Persia por patria.

                                     Gloria Tibi Domine

La Adoracion de los Reyes magos (Matth.,2,1-11) parte-1

Al tiempo que José y María Salían de Jerusalén,entraba una rica caravana." Eran unos Magos del Oriente",dice San Mateo.Este nombre tomado de la lengua religiosa de los persas,denotaba entre éstos la clase sacerdotal; de donde parece inferirse que los magos eran persas y sacerdotes.Confirman esta opinión las pinturas de las catacumbas,donde siempre aparecen los magos vestidos a la usanza de los persas: con gorro alto,túnica sujeta a la cintura,manto flotante y echado hacia atrás, y piernas desnudas, o cubiertas con calzas apretadas.
Su religión era superior a las diversas formas de paganismo,pues, a lo que parece, adoraban a una divinidad suprema, a la que tributaban un culto austero: ni altares ni estatuas en sus templos; si alguna vez se formaban coros, no era sino para caminar gravemente, elevando hacia Dios cánticos y oraciones.
Los persas conservaron puras estas creencias hasta el tiempo en que, con Ciro ,descendieron a las llanuras de Mesopotamia. Allí se mezclaron con los magos caldeos y , aunque no supieron conservar su antigua fe, recibieron, por lo menos, la influencia que a la sazón ejercían los israelitas cautivos sobre sus vencedores, y en particular la de Daniel.Por la escritura sabemos que este profeta, introducido en el palacio de Nabucodonosor, se mostró diez veces más sabio que los sacerdotes y adivinos de Caldea, y que, por merced del príncipe, fué puesto a la cabeza de ellos.Su influencia fue creciendo en el discurso de cuatro reinados y tres dinastias, y fué luego confirmada por los conquistadores persas, a quienes era común con los judíos el aborrescimiento de la idolatría.
De esta forma, tanto los magos caldeos como los persas, estando sujetados a la autoridad de Daniel, no pudieron ignorar sus predicciones sobre el Mesías, tan claras y expresas, que en ellas puntualiza, no solamente el año y el dia, sino aun la hora misma de su nacimiento.Así supieron que el Ungido del Señor seria aquel mismo a quien Balaam había visto levantarse de Jacob como una estrella.De los magos pasaron al pueblo estos vaticinios,y así, cuando Jesús nació, era opinión recibida en todo el Oriente que de Judea saldría un rey que había de conquistar el mundo todo.
En esto, por la banda de Levante brilló en el cielo un astro desconocido.En una de esas noches purísimas del oriente en que el cielo se engalana con todas sus luces, viéronlo los Magos, que estudiaban con atención el curso de los astros, y al punto lo tuvieron por señal maravillosa.
Pero al mismo tiempo que se abrían sus ojos para contemplarlo, abríase su corazón a la luz de Cristo!.Recordaron entonces la estrella de Jacob y la Judea, y tres de ellos se resolvieron a ir en busca de Aquel a quien el cielo anunciaba por modo tan extraordinario.
O ya partiesen de Persépolis, o ya de Babilonia, o bien de cualquiera otra ciudad del imperio de los Partos, que eran por entonces los dueños del Oriente, caminaron largos meses, y , al parecer, sin que loa estrella los guiase, pues vemos cómo entraron en Judea inciertos del lugar donde había nacido el Mesías, y fueron a Jerusalén a pedir nuevas del mismo.La ciudad Santa estaba ya hecha a ver las caravanas del extremo oriente, con sus vestiduras llamativas, con sus largas hileras de camellos cargados de bagajes; mas no fué por eso menor su extrañeza cuando oyeron a los forasteros preguntar: "? Dónde está el Rey de los Judíos que acaba de nacer? vimos su estrella en oriente, y venimos a adorarlo"
Voló presto de boca en boca la pregunta de los Magos, y así llegó a los oídos de Herodes, a quien lleno de turbación.Percatábase de que una fortuna inesperada y treinta años de reinado no habían sido bastante para consolidar su trono.En vano, para hacer que los judíos olvidasen su origen, había tomado por mujer a una hija del último rey de Judea; no por eso dejaba de correr por sus venas la sangre de Ismael y de Esaú, y los escribas gustaban de recordarle que había sido "servidor de los asmoneos".El usurpador, impotente para apagar esta sorda malquerencia, no gozaba punto de sosiego, y ,temeroso de cualquiera rivalidad, derramó sin compasión hasta la sangre de su propia familia.De la estirpe de los Macabeos no quedaba ya retoño alguno.Pero cuando,al fin, esperaba ya reinar sin oposición, he aquí esas voces de que unos extranjeros buscan en Jerusalén a un recién nacido rey de los hebreos.Con esto revivieron con mayor ímpetu que nunca los recelos del tirano: ya no partía la amenaza de la extinguida familia de los Macabeos, sino de la de David, pues ¿quién sino el Mesías podía ser aquel niño desconocido y predestinado al trono? Que así lo entendía la ciudad entera,fácil era de adivinar por la turbación que la agitaba.
     Disimuló Herodes su temor para descargar luego un golpe mas certero, y convocando a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, preguntóles dónde había de nacer el Mesías.La respuesta no podía ser dudosa: " En Belen de Judá-le dijeron-;porque esta escrito:y tú, Belen, tierra de Judá, no eres la última entre los principes de Israel, porque de ti saldrá el caudillo que gobernará a Israel mi pueblo".Los sanedritas, aunque no citaron a la letra las palabras del profeta,interpretaron bien su pensamiento, y Herodes, entendido claramente lo que quería saber,tomó al punto su partido