“Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo”Blas Pascal

sábado, 1 de octubre de 2011

MONACATO E HISTORIA SOCIAL LOS ORIGENES DEL MONACATO Y LA SOCIEDAD DEL BAJO IMPERIO ROMANO 1ra Parte


Introducción al estudio:


            El período comprendido entre la segunda mitad del siglo III d.C. y elsiglo IV constituye una de las épocas de la historia de Occidente en que se han producido cambios y transformaciones sociales más profundos y de un modo más acelerado. No es de extrañar, pues, que esta época que conoció el hundimiento de las estructuras sociales, políticas y mentales que caracterizaron el mundo antiguo para dar paso a otras nuevas, que nos resistimos a denominar medievales, haya sido objeto en la historiografía moderna de grandes debates en los que han quedado reflejados la ideología y la metodología histórica de cada generación de historiadores. 
Fue seguramente E. Gibbon con su grande y clásica obra History of the Decline and Fall of the Roman Empire, publicada entre 1776-1788, quien inició el gran debate sobre el final del mundo antiguo, sus causas y significado, que sigue aún abierto, pese al consenso tácito al que se ha llegado entre los historiadores de considerar los siglos que siguen al tercero de nuestra era como una época claramente diferenciada de la Antigüedad y del Medievo.
 Resulta significativo que en casi todos los intentos por explicar el significado histórico de este período el fenómeno religioso ocupe un lugar relevante e incluso preponderante.
 Gibbon hizo del cristianismo la clave de la época y después de él han seguido insistiendo los historiadores en el tema, aunque con planteamientos y conclusiones las más de las veces opuestas y enfrentadas.


            Estamos de acuerdo en considerar el fenómeno religioso y, dentro de éste, el papel predominante del cristianismo, como uno de los factores claves para entender el significado histórico de ese período. Pero creemos, al propio tiempo, que el análisis del fenómeno religioso y del cristianismo no puede abordarse desde planteamientos culturalistas o historicistas, por no citar los teológicos, en que han caído la mayoría de los estudios de la historia del cristianismo, sino como uno de los componentes más definitorios de la compleja problemática que define y caracteriza el período. El ascenso y difusión del cristianismo que caracteriza al bajo Imperio romano ha de ser considerado en el marco de las tensiones sociales del momento y de sus manifestaciones ideológicas y constituye, por tanto, un capítulo fundamental de la historia social de la época. En este ámbito, el nacimiento y la difusión del monacato, creemos, es una de las manifestaciones más apasionantes para el historiador y que mejor refleja las múltiples tensiones a que estaba sometida la vida privada y pública del hombre de la época. Como ha escrito uno de los historiadores actuales que más atención ha dedicado el análisis histórico del final del mundo antiguo, M. Mazza, «en la historia espiritual y cultural de la Antigüedad tardía, el monacato es, ciertamente, un fenómeno central. Se nos presenta como uno de los momentos fundamentales de aquel "Debate on the Holy" (P. Brown) en que se empeña la sociedad antigua durante la transición de la fase helenístico-romana a otra fase histórica, pero no siempre ha sido valorado adecuadamente por los estudiosos de la historia cultural y social del Imperio

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